miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Berrinche de Nuestro Gobernador

Aquí les dejamos la nota de la cuál Nora habla sobre nuestro gobernador... 



Martes, 18 de Septiembre del 2012

El mudo reproche del Yunque a Moreno Valle


De pronto, todo es silencio. Ni siquiera hay murmullos ni sonidos de copas. El eco del violento y fugaz Grito de Rafael Moreno Valle ha quedado en el aire del zócalo capitalino. Apresurado y molesto, el mandatario baja las escalinatas del Palacio Municipal junto a su esposa Marta Érika y cruzan el patio. Él no saluda, no sonríe ni mira a su alrededor. En su segundo grito independentista, a Moreno Valle sólo lo acoge ese silencio del panismo de cepa, ese silencio con tufo de reproche. Un par de aplausos, que nadie sigue, interrumpe sus pasos, pero a él poco o nada le importa, se pierde en la puerta y tras él, sus esbirros del Congreso y del gobierno que le celebran el desaire.
Rafael Moreno Valle intenta repetir su osadía del año pasado: salir solo al balcón presidencial a dar el Grito de Independencia. Así lo marca, otra vez por segundo año consecutivo, el protocolo realizado por el gobierno del estado. Pero ésta vez a Eduardo Rivera no lo toma por sorpresa.
El mandatario olvida la guardia de honor a la bandera que se hace antes de salir al balcón, toma el lábaro patrio y camina hacia el mirador. Eduardo Rivera le da dos pasos de ventaja y camina tras él. La seguridad de Moreno Valle está confundida, revisa el protocolo y eso no está permitido. Eduardo Rivera sigue caminando tras el mandatario.
Un guarura se tira al piso e intenta detener a Lalo Rivera, pero no hay forma. En tres segundos, el alcalde está parado tras el mandatario y éste no logra disimular su enojo. Los agentes de seguridad se van contra la primera dama del Ayuntamiento capitalino. Tampoco la dejan avanzar.

Eduardo Rivera extiende la mano y acerca a su esposa Liliana Ortiz, quien se queda a la misma altura que Marta Érika. Y Moreno Valle no puede soportar su ira pero su telepromter ya había empezado la letanía heroica: “Mexicanos vivan los héroes que nos dieron patria. ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Aldama y Matamoros! ¡Viva Guerrero! ¡Viva la Independencia! ¡Viva Puebla! (…)”.
Entonces, Moreno Valle ignora la segunda guardia a la bandera. Ya no sale otra vez al balcón. Todo ha terminado y ni siquiera han pasado 10 minutos desde su arribo al Palacio Municipal. Sale del Salón de Cabildo y se dirige a las escalinatas.
Argumenta ante el alcalde que tiene prisa, que en Los Fuertes le esperan 20 mil poblanos y Paulina Rubio. No acepta ni un vaso con agua. Tampoco hace las tradicionales entrevistas con las repetidoras poblanas.
Baja las escalinatas, visiblemente molesto. Más apurado que cuando llegó. A su lado está Marta Érika, atrás el alcalde y su esposa; el secretario General de Gobierno Fernando Manzanilla; los titulares de los Poderes Judicial y Legislativo.
Moreno Valle cruza el patio del Palacio Municipal repleto de funcionarios, regidores y panistas de cepa: Juan Carlos Mondragón, Juan Carlos Espina, Rafael von Raesfeld, Ana María Jiménez, Augusta Díaz de Rivera, Rafael Micalco, Gerardo Maldonado y otros.
El reclamo fue en silencio. Fue pacífico. Eduardo Rivera se demora en regresar al Palacio porque se queda a hablar con la gente. Incluso saluda a los desalojados del #yosoy132 y nadie le reprocha nada, ni siquiera que en el zócalo no haya habido garnachas gratis como en Los Fuertes.
Eduardo Rivera entra al Palacio y sube a las entrevistas. Unos 40 minutos después baja las escalinatas con Liliana Ortiz de la mano y sus invitados y los panistas de ultraderecha se ponen de pie y lo reciben con aplausos.
Y son ya casi las tres de la mañana, y el alcalde sigue en su fiesta con sus invitados. Mientras que Moreno Valle celebra en la intimidad con sus amigos.

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